domingo, 21 de junho de 2009

Una carta del cantante catalán Cesc Freixes, donde relata lo ocurrido en una mesa que recuenta votos en Barcelona.

Tras llegar de Girona, dónde ayer actuamos en el Bar El Círculo (por cierto, que guapo y que emotivo fue el concierto de ayer!), he pasado por el piso del Poble Sec. He tenido tiempo para comer y ducharme. Poco después, me llamaban los compañeros de Iniciativa Internacionalista, que necesitaban más personas para ir a supervisar el recuento de votos de las pasadas elecciones europeas. Hay muchas cosas que querría decir. Hoy, ha sido uno de aquellos días que realmente no acabas de creer el que está pasando...."
Me he dirigido, hacia las cinco de la tarde, a la sede que la Junta Electoral Provincial de Barcelona había instalado en un hotel de cuatro estrellas del centro de Barcelona. Es decir; con dinero público, el Estado se gasta una cantidad de dinero para hacer un recuento de votos que se podría celebrar, perfectamente, en un espacio público. La respuesta de algunos de los magistrados presentes: hacerlo aquí nos salo mucho más barato que hacerlo en un espacio público. De acuerdo. Y yo nací en Saturno.

El caso es que se trataba, sencillamente, de sentarse en una de las treinta mesas instaladas, para repasar que los números de las actas electorales (de cada mesa electoral) de la provincia de Barcelona coincidiesen con los números que hizo públicos el Ministerio de Interior, en relación a la cantidad de votos asignados a cada candidatura presentada.

No hacía ni un minuto que me había sentado en una mesa, en compañía de un representante de CIU y de uno del PP, para supervisar el recuento. De repente, responsables de la Junta Electoral me han venido a pedir alguna identificación. Por ley, según la normativa que hemos podido leer de la propia Junta Electoral, cualquier ciudadano puede acudir a este recuento. Pero resulta que, como aquel quien no quiere la cosa, hoy por la mañana habían acordado, de forma verbal, que sólo podrían entrar representantes de las candidaturas que llevasen algún tipo de acreditación, como la de los apoderados.

A mí esto no me parece del todo mal, más que nada porque hace falta cumplir una cierta cuota de disciplina organizativa, y demostrar que quien está presente en este recuento está representando alguna candidatura. Pero me parecería correcto si ellos mismos no empezaran a hacer cambios en la normativa. Cambios, además, según nos han afirmado, que se han efectuado de forma verbal, sin firmar ningún papel ni comunicarlo en ningún lugar. Indignante.

¿Qué ha pasado, exactamente? Pues que la única persona a la que no han dejado presenciar el recuento electoral he sido yo. Sabemos que otras personas han accedido sin acreditación ni ningún tipo de documento que los autorizara a entrar. No se les ha impedido la entrada. He aquí su hipocresía, su continuo goteo de criminalizaciones hacia personas que lo único que queremos es conseguir que haya transparencia y democracia verdadera en un proceso como este.
Entendemos, por lo tanto, que ha sido una demostración de exclusión democrática motivada por un trasfondo de prejuicio a través de una estética determinada. ¿Y después? Han avisado a tres patrullas de los Mossos d'Esquadra. ¿Estábamos alterando el orden público? Recordemos, también, que los uniformados han entrado con armas dentro de un espacio dónde lo tienen totalmente prohibido. Total, sólo estábamos pidiendo que los señores y las señoras de la Junta Electoral hiciesen cumplir su propia ley. Ni para esto sirven, esta pandilla de hipócritas. Sin que la cosa fuera a mas, nos han pedido que nos quedáramos en la zona de acceso público (?), para esperar la contestación a la denúnica que hemos presentado en el lugar (que, por cierto, tampoco nos han respondido). Han pedido el Documento de Identidad a algunos compañeros, para apuntar el incidente. ¿Incidente? El incidente se estaba cometiendo, desde las ocho de la mañana, en aquel hotel de cuatro estrellas del centro de la ciudad.
Votos nulos y en blanco que han desaparecido. Votos válidos que, por la fuerza de los funcionarios, han sido considerados como nulos. Cajas y más cajas de votos desperdigadas por la sala, sin que nadie, nadie, las estuviera vigilando ni controlando. Votos y papeletas por el suelo. Votos de partidos asociados a otros partidos. Recuentos parciales realizados con la presencia de dos representantes que, únicamente, revisaban los votos de los dos partidos a quienes defendían. Gritos y ruido cuando los representantes de Iniciativa Internacionalista exigíendo abrir los sobres con los votos nulos, obligación reglada por la ley española y que a la mayoría de mesas, allá dónde no había personas de II-SP, no se hacía. Criterios totalmente contrapuestos entre mesa y mesa para decidir qué era y qué no era un voto nulo.

Esta es la democracia española. No quieras ni saber qué han hecho con cada voto

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